I.-
El ejemplo de San Francisco de Asís
En las tardes de invierno, cuando el frío arrecia
en Asís; cuando están ausentes las flores y el páramo se impone con su paisaje
gris, descolorido, sin la alegría que procuran los bosques y el canto de los
pájaros, aún se puede ver a San Francisco caminando por los confines del
pueblo, con su tarro de miel, buscando a las abejas que padecen la escasez que les
obsequia el invierno. No sólo busca alimentar a las abejas cuando el néctar es
escaso; desea también restituirles la miel que le hemos quitado. Sabe que las
abejas, sabias y previsoras, colectan y acumulan la miel que la primavera les
brinda con generosidad solidaria, para sobrevivir el desierto invernal. Su acto
no es sólo de compasión y piedad, es también de justicia, solidaridad y redención.
II.-
La naturaleza del Evangelio Ambiental del papa
La Encíclica
Laudato Si (Laudato Si, mi Signore: Alabado seas, mi Señor),
Sobre el
Cuidado de la Casa Común, La Tierra, hecha pública en el Vaticano este
jueves 18, está dirigida no sólo a los 5000 mil obispos y a los mil doscientos
millones de católicos del mundo, sino a todos quienes comparten
esta casa común que es la Tierra. Las ideas contenidas en la
carta encíclica constituye la
enseñanza
papal sobre el medio ambiente más completa y de mayor alcance para entender
la actual crisis ambiental, por parte de una de las iglesias con mayor
presencia en el mundo.
La enseñanzas
del papa incluidas en la Encíclica permiten entender la crisis ambiental en su
dimensión profunda, y permiten a la vez valorar la magnitud del esfuerzo
requerido para su superación. Las ideas allí contenidas no son, por supuesto,
originales, ni son de la autoría papal; son ideas que han circulado desde hace
tiempo en los ámbitos intelectuales del mundo, en algunas organizaciones de la
sociedad civil, en las discusiones de algunos de los pensadores más lúcidos
dentro del campo de la ecología política, de la sociología y economía
ambiental, de la filosofía y del pensamiento político.
Tienen que ver con una interpretación de
la crisis ambiental contemporánea en la que los factores que la producen no
están auto contenidas en el campo de la ecología, sino que tiene que ver con la
economía, con la política, con el poder; con las relaciones sociales que
colocan no sólo a los humanos en condiciones de pobreza, desigualdad y sometimiento,
sino que también establece y mantiene relaciones de explotación, subordinación
y sumisión con el mundo no humano, con la naturaleza, la Tierra, quien en palabras del papa, padece
también de pobreza y explotación.
La novedad de
la carta encíclica consiste, por una parte, en la forma como están ordenadas
estas ideas, la conjunción de los factores que se exponen para entender la
crisis y, por otra parte, en la fuerza moral del jefe de la iglesia católica para
posicionarse y posicionar la causa ambiental en el veleidoso escenario político
real, en el mundo de la real politik,
con una gran fuerza política. Es éste un posicionamiento que ayuda enormemente a quienes, desde
distintos terrenos, luchan de manera crítica, auténtica y desinteresada por
enfrentar la crisis planetaria, ya sea investigando las causas, confrontando
ideas, proponiendo soluciones o buscando acuerdos internacionales, como es el
caso de las negociaciones para decidir sobre el futuro del clima planetario que
tendrá lugar en París en noviembre y diciembre del presente año.
Las ideas
ambientales del papa pudieran parecer nacidas del pensamiento más radical de la
Ecología Política, rememoran incluso parte de las que provienen de su rama más
extrema, la Deep Ecology, sobre todo
por la fuerza con la que plantea el valor intrínseco del mundo no humano. No
obstante, a diferencia de estas corrientes, para la Encíclica ambos, el mundo
humano y el no humano padecen de pobreza, de explotación; son reducidos a
objetos, a mercancías, a la lógica de la una economía desprendida de sus
compromisos con la satisfacción de las necesidades humanas y volcada a la
economía misma, persiguiendo sólo los fines de la economía, es decir, la
rentabilidad y la ganancia. El papa denuncia la cosificación, la materialidad
del mundo moderno, la ausencia de valores y la instauración de un reino de la
superficialidad regido por lo que considera una idolatría del dinero. Ningún desarrollo, ningún progreso material,
científico y tecnológico tiene sentido si no va acompañado de un contenido moral, de una búsqueda de
realización, de despliegue en libertad del los humanos y los no humanos.
Pero las ideas ambientales del papa son,
sobre todo, de naturaleza franciscana; es la figura de San Francisco la que
está presentes en su propuesta de redención de los pobres del mundo, de los
pobres del mundo humano y no humano. Es San Francisco quien está detrás de su
intención, no sólo de expresar amor y piedad a los pobres y a la naturaleza, sino particularmente en su
búsqueda de solidaridad, de redención y de restitución de los derechos que
corresponden a las diversas criaturas del mundo natural, humanos o no humanos.
La Encíclica
también busca una conciliación, puntos de contacto entre las cuestiones que
tienen que ver con la fe, con las que tienen que ver con la razón y la ciencia,
expresando así su conciencia de que los hombres de hoy no viven sólo en el
mundo de la ciencia, que las vidas humanas no se rigen sólo por las verdades científicas,
sino también por sus creencias, sus emociones y sobre todo por principios
morales. Es a este compromiso moral al
que recurre para pedirle al mundo, a los que tienen el poder, a los que
sostienen el mundo desigual en el que vivimos,
el pago de la deuda que tienen con aquellos de quienes han extraído su
riqueza y poder, y para recordarle a los habitantes del mundo su compromiso
moral con una causa que es común a todos.
III.- La novedad del
evangelio ambiental del papa
Cuál es esta novedad que se expresa en la Encíclica y que le
da su verdadera dimensión ambiental; en qué consiste esta dimensión ambiental. veamos
por partes:
1) La
Encíclica expone las causas de la crisis ambiental; no habla sólo del cambio
climático sino de los problemas ambientales en su conjunto; aunque hace
exhortos específicos para enfrentar el cambio climático. Las causas de la
crisis que expone no se reducen a la ecología, sino que resultan de la
economía, de la política, de la pobreza, de la desigualdad y de los factores de
poder que rigen las vidas de las personas, de los países y del planeta en su
conjunto.
2) La
perspectiva contenida en el documento papal es de naturaleza ambiental, y
dentro de lo ambiental se ubica en una dimensión que pudiera verse como ecocentrista. Porque a pesar que está
pensada en el hombre, en el ser humano, no se limita a una visión antropocentrista. La Encíclica señala
precisamente que es este antropocentrismo, la idea de pensar que el mundo, que
todos los seres, y el conjunto de la naturaleza misma existe en función de los
humanos, como medio para la
realización de los fines humanos, y que,
por tanto, éstos tienen derecho a someterla, explotarla, ponerla a su servicio
y agotarla, es esta manera de pensar el mundo una de las causas que explica la
crisis ambiental que enfrenta el mundo contemporáneo.
3) Pudiera
pensarse que las enseñanzas papales contenidas
en la Encíclica tienen su origen en la ecología política más radical. Esto
significaría ignorar el profundo espíritu franciscano que la alienta. La salvación
que el papa busca no es sólo la del mundo humano sino también la del no humano.
Los pobres que preocupan al papa no son nada más los de naturaleza humana; la
misma Tierra aparece como un pobre más que padece explotación y daños a su
integridad, salud y dignidad. Como a San Francisco, al papa le preocupa lo que
le ocurre al viento, al sol, a la luna, al polvo, a la hermana Tierra, al agua,
a los pueblos, a las naciones y a la gente pobre. Para todos ellos busca la salvación
y la restitución de su dignidad; todos ellos son seres merecedores de
consideración moral, todos son parte necesaria de la creación, y como tales con
derechos plenos a desplegarse con libertad y plenitud.
4) La
Encíclica es un documento realista, carece de ingenuidad y está completamente
plantado en el mundo; sus ideas no resultan de una inspiración o revelación
religiosa, y sus interpretaciones de la crisis no se explican por la magia o lo
sobrenatural; la crisis ambiental no aparece como producto de la lucha entre
ángeles y demonios; nace del poder, de la competencia económica, de la
política, de la voluntad de someter al mundo humano y no humano y ponerlos al
servicio del dinero, de la producción y del consumo bajo la lógica de la
economía, de ‘la idolatría del dinero’.
5) Hace
un llamado a los poderosos del mundo, a los poderes del mundo, a responder por
sus actos, por sus conductas y a resarcir los daños que han provocado en la
gente, en los pobres y en la naturaleza.
6) Ve
las relaciones entre países, como relaciones de poder, como relaciones de
beneficio económico en las cuales los países desarrollados no sólo extraen su
riqueza y poderío de los países pobres, del mundo no desarrollado, sino que
existen como sistema, como sistema mundial, precisamente perpetuando esta
relación desigual y de dominio. Son los países ricos los que han provocado la
deuda de los países pobres, su sometimiento por la deuda, por ello hace un
llamado para cancelar esta deuda. Y son también estas naciones las responsables
en mayor medida de la deuda ecológica, del consumo por adelantado, del consumo
del futuro, del inmenso consumo de la naturaleza por quienes hoy comandan la
economía, dejando a las gentes y a los ecosistemas del futuro sin los medios de
subsistencia para desplegarse en el mundo con libertad, plenitud y dignidad.
http://joseluislezama.blogspot.mx/
@jlezama2
5 comentarios:
Excelente comentario Dr. Lezama, y excelente documento que seguramente busca contribuir en los esfuerzos de los países del mundo sobre el ambiente en próxima fecha en París. Recuerdo haber escuchado homilías en el pueblo Chontal de Villa Tamulte de las Sabanas Tabasco por un franciscano italiano P. Lazaroni donde casi todo se referia al cuidado de la naturaleza. Y no olvidar los esfuerzos en la producciòn ecologica en la escuela agroecologica Uyits Kaan de Mani Yucatan, auspiciado por el Arzobispado de Yucatàn y fundaciones religiosas europeas. Saludos. Ramón Contreras.
Ramón, muchas gracias por tu comentario. Que interesante las experiencias que comentas.
Un saludo afectuoso
Muy bueno su artículo y me parece que la propuesta del Papa es seria, sin embargo, si ne parece que hacer un llamado a los poderosos a que recapaciten, a que perdonen las deudas, etcétera, me da la impresión de que debería ser más duro.
Los poderosos no entienden de recomendaciones, tiene que haber un motivo político o económico igual o más fuerte que ellos para que cedan.
Excelente artículo, no podría ser de otra manera; ojalá tenga la encíclica el efecto que deseas. A mi me pareció muy interesante tu comentario, hacia el final, acerca del consumo adelantado, ya que últimamente he observado que este aspecto parece irse borrando de algunas definiciones de sustentabilidad y, me parece, que es un error porque le quita sustancia. Un abrazo cordial.
Roberto Olavarrieta Marenco
Mensaje vital y oportuno. Un gran reactivo mental para todos los humanos, para que dejemos de comportarnos como la peor plaga que ha surgido en el planeta. Parece un chispazo divino expresado por el "sumo pontífice",es decir: por el máximo puente entre la divinidad y las criaturas humanas.
Mi reconocimiento por su gran apotación Dr Lezama.
Jesús Topete
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