Cada
año llegan, como un recordatorio, a remover nuestro olvido, nuestra desmemoria,
nuestra condescendencias, con el Dios, cualquier Dios, todo Dios, el poder,
todo poder, cualquier poder. Vuelven de manera cíclica, cada año, puntuales a
la cita, con la puntualidad de las mariposas y de los peces en sus programadas
visitas a los bosques y las aguas del sur.
Son la expresión de una obstinación, de una terquedad, inscrita tal vez
en los códigos genéticos, en la memoria, como un mandato también, una
reiteración permanente, el cumplimiento de una voluntad, de un propósito, la
liberación de la tribu de un Dios perverso, que los crea y descrea, que los
habilita y deshabilita como humanos, a capricho; que los encumbra y los
degrada.
Son la expresión de una necesidad, de una búsqueda de salvación,
de una restitución, reivindicar a la tribu y la más amplia, universal redención, la
posibilidad de la permanencia de las fuerzas que animan la Tierra, la constante
reinstauración del principio de la vida en el cosmos, el sol vencedor del
inframundo, que cada mañana anuncia la renovación y la reinstalación de los
seres y la esperanza en el mundo.
Llegan puntualmente, pero no llegan
solos, llegan en compañía, la del tiempo presente y la compañía del pasado, de
la historia, del mito, de la cosmogonía. Llegan a salvar el mundo, a darle
ánima, ánimo, sueños, ilusiones. Llegan a expresar su necesidad de ser, la
posibilidad de vencer, de trascender la muerte, la humillación y el poder.
Saben
que el mundo está en juego, en peligro, su mundo de vida y el nuestro, aunque
nosotros lo ignoremos; pero ellos lo saben, todo el pueblo lo sabe, cada
barrio, cada persona, la gente lo sabe, La
Tribu de los Cojóes, de Los Hombres,
de Las Efigies de Madera, padece,
igual que nosotros, de la maldad de un Dios perverso que los maltrata y humilla,
por eso en algún momento decidieron enfrentarse a este Dios, a su poder, a sus
personificaciones y a sus guardianes; decidieron enfrentarse al Dios, vencerlo
y realizarse como tribu, como pueblo, como humanos plenos. La tribu, Los Cojóes lo hacen cada año, lo logran
cada año, la conquista de su ser humano.
No es un secreto, aunque a veces nadie lo note, pero el
mensaje está allí, el pueblo lo guarda, lo conserva, lo vive, lo ejecuta cada
año, como una necesidad, una obligación, una propuesta de ser, un recurso para trascender las miserias del mundo. El Popol
Vuh se nutre de ellos, de sus vidas, sus motivos, es la escritura, la
reflexión, el diario, la narración de sus proezas. Y está allí para recordar,
recordarnos, para no olvidar, para reiterar el compromiso con la vida, porque
la tribu, Igual que nosotros, padece a veces del mal del olvido, obra quizá de
los mismos dioses.
Llegan cada año, llegan pues a
recordar, a recordarnos, a corregir nuestro olvido; saben que también nosotros,
Los Hombres de Madera de hoy, de este
tiempo, padecemos la misma desmemoria, debida a las mismas causas, dioses perversos
impidiendo, limitando, nuestra capacidad de ser,
de ver; dioses de la perturbación, que nos degradan, que nos reducen a Hombres de Madera. Es ésta, desde luego,
la historia de Los Cojoes, la Tribu de los Hombres de Madera que
llegan al concluir cada ciclo, dispuestos a cumplir su misión, a reconstituirse
como hombres plenos, a recordarnos, a alimentar nuestra memoria, a traernos el
recuerdo de aquello que solemos olvidar, aquello que se pierde en nuestra
menguada memoria, la existencia del Dios, de los dioses, poderoso Dios de la
muerte. Por eso cada año Los Cojoes, La Tribu de los Hombres de Madera
retorna a enfrentarse y a vencer al Dios Pochó de la muerte, para que el mundo
siga su marcha, para lograr la gran hazaña de vencer a las fuerzas de la muerte
y la desesperanza.
Ocurre en Tenosique, allí retornan
recurrentemente Los Hombres de Madera,
la Tribu de los Cojoes, la tribu de los vencedores de la muerte, a
enfrentarlo de nuevo, a vencerlo de nuevo, a enseñarnos su poder, su fuerza, a
decirnos de nuevo que ningún Dios, ningún poder están para siempre en la
Tierra, que nada los puede detener en su intento por conquistar su propia vida.
(http://joseluislezama.com/index.php/9-uncategorised/215-pocho-veteranos).
Por
ello cada año vuelven, cada año retornan a despertarnos de un sueño, a dejarnos
su mensaje y su enseñanza. La Danza del Pochó no es un carnaval, no es una
comparsa, no es una danza, una representación teatral: son Los Cojoes, Los Hombres, Las
Efigies de Madera, un pueblo real, destruidos por los dioses ante la
vergüenza de sus fallidos intentos creadores, son hombres reales, destruidos
por los dioses y acusados de ingratitud, irreverencia y desmemoria; aniquilados
con violencia por los dioses, muertos sin pudor por los dioses, y vueltos a
construir, con la pulpa del maíz para no fallar, para engendrar seres
perfectos, hombres esta vez creados como dioses, pero de nuevo vueltos a
degradar por dioses caprichosos, retornados a la condición humana, a la
condición de Hombres, Efigies de Madera.
No es una danza, es la Tribu de los Cojoes, de Los
Hombres de Madera que busca su reconstitución humana, su condición humana
plena que les fue arrebatada. No es una danza, no es una comparsa, son hombres reales
que luchan y logran la hazaña de vencer a los dioses de la muerte, al Dios
Pochó que los maltrata y humilla, a 1 Muerte, vencer a 7 Muerte, perpetradores
del polvo y la destrucción; dioses del bajo mundo, del inframundo, de los bajos
fondos del Xibalbá, con sus12 señores de la muerte.
http://joseluislezama.blogspot.mx
Nota
La Danza
del Pochó se escénica cada año, durante más de un mes, del 20 de enero al
martes del carnaval, previo al miércoles de ceniza. Tiene lugar en Tenosique,
zona maya de Tabasco en la frontera con el Departamento del Petén, Guatemala,
cuya principal ciudad fue Pomoná, que floreció en el Postclásico, del siglo VI
al IX. Esta ciudad reivindica su importancia dentro del mundo maya por contar
con un glifo insignia de ciudad. Tuvo contacto estrecho con Calakmul, Piedras
Negras, Toniná y Palenque, quien le impuso por años un tributo de jade, al
resultar perdedora en las alianzas políticas en las que se comprometió en
distintos momentos históricos.
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